En la mañana del Miércoles santo, 16 de abril de 2014, un misil lanzado por islamistas contra la escuela armenia católica de Bab Tuma ("Puerta del apóstol Tomás", barrio cristiano de Damasco), provocó la muerte a un niño, e hirió a 61 niños, profesores y padres de familia que esperaban la apertura de la escuela según informó el padre George Bahi a la agencia Fides. En Bab Tuma se han refugiado parte de los cristianos que huyeron de Malula, la "Lourdes de Siria", a 55 km al norte de Damasco, donde no pudieron celebrar la Semana Santa; en Malula o Maaloula se han registrado casos extremos de martirio cristiano según testimonios de la hermana Raghida a Aleteia e InfoCatólica.
(Aleteia/InfoCatólica) "La ciudad de Maaloula, recientemente conquistada por las tropas gubernamentales y destruida en su mayor parte, después de estar bajo control de los yihadistas, se ha convertido en el símbolo del martirio de los cristianos en Siria.
La hermana Raghida, doctora en Educación, estuvo al frente de la escuela del Patriarcado Greco-Católico en Damasco, la capital siria. Hoy vive en Francia. Su madre y sus seis hermanos y hermanas están todavía en Siria, donde su vida está en peligro todos los días.
«En los pueblos y aldeas que están ocupadas por elementos armados, los yihadistas y los grupos musulmanes extremistas ofrecen a los cristianos dos alternativas: la shahada (profesión de fe musulmana) o la muerte. A veces piden un rescate. Así que están entre la shahada, el rescate o la muerte. Quienes no niegan su fe sufren el martirio, y además un martirio extremadamente inhumano, de una violencia extrema que no tiene nombre.
Si quieren ejemplos, en Maaloula crucificaron a dos jóvenes porque no quisieron decir la shahada. Les dijeron: «entonces quieren morir como su amo en el que creen. Tienen una opción: recitan la shahada o serán crucificados». Y les crucificaron. Hubo uno que fue crucificado delante de su padre. Incluso mataron a su padre. Esto ocurrió por ejemplo en Abra, en la zona industrial en las afueras de Damasco. En cuanto entraron en la ciudad, comenzaron a matar a hombres, mujeres y niños. Y después de la masacre, se llevaron las cabezas y jugaron al fútbol con ellas.
En cuanto a las mujeres, les sacaron a sus bebés y los ataron a los árboles con sus cordones umbilicales. Afortunadamente, la esperanza y la vida es más fuerte que la muerte. Después de un período de calma y de que la ciudad volviera a manos del ejército, hicimos misas de réquiem, y seguimos rezando intensamente.