sábado, noviembre 09, 2013

La violación como arma de persecución anticristiana


La violación como arma de persecución anticristiana

Habla la portavoz de “Ayuda a la Iglesia Necesitada” en Italia, Marta Petrosillo, sobre                                                        el drama de las mujeres violadas por su fe.

La persecución religiosa, el particular hacia los cristianos – los más afectados entre los grupos 
religiosos – es un tema que difícilmente ocupa las primeras páginas de los periódicos, excepto 
cuando los casos son impactantes o bien frente a estadísticas que no permiten la indiferencia. 
Y sin embardo el goteo, especialmente en África y Asia, es cotidiano y cada vez aumenta más,
 con la intención no muy disimulada de depurar países enteros de la presencia cristiana, 
presencia a menudo plurisecular.
Del mismo modo que sucedía en los Balcanes en los años 90, una de las armas de esta
 “guerra” es la violación. Las mujeres (a veces las niñas) de las minorías cristianas 
sufren violencia sexual y conversión forzada debido a la obligación de casarse con 
sus violadores. Los países donde parece aumentar la violencia y la persistencia de estos
 fenómenos son Pakistán, Nigeria, y la región india de Orissa, y si en los dos primeros casos
 es el Islam la fuerza hostil, en el último es la mayoría hindú que considera a la pequeña 
comunidad cristiana como un cuerpo extraño. Hoy se añaden Siria y Egipto. Aleteia ha hablado
 con la portavoz de la sección italiana de Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACS), Marta Petrosillo,
 que estudia estas situaciones desde hace más de diez años, propone proyectos de solidaridad
 y organiza veladas de oración por las comunidades cristianas oprimidas.

- Año tras año, ACS proporciona datos de las persecuciones contra los cristianos. 
¿qué tendencia tiene este fenómeno?

 De los más de 130 países estudiados, hemos notado que en los 49 países de mayoría islámica hay también un alto número de casos de discriminación y violencia.

Hay una fuerte presión del Islam en Nigeria, Sudan, República Centroafricana, Mali, Chad, Kenia
 contra las comunidades cristianas. También después de la “primavera árabe" ha habido
 dificultades en el norte de África: los jóvenes han pedido más democracia, pero los grupos más
 organizados tienen un fuerte carácter religioso, como los Hermanos Musulmanes y los grupos
 Salafitas. Y vemos aumentar las discriminaciones. Otro dato que hemos comprobado es la 
persecución perpetrada por los Estados, y la lista la encabezan China, Corea del Norte y 
Vietnam. También ha empeorado la situación en Tayikistán. El resultado del cuadro es oscuro.

En muchos países, desde Nigeria a Siria y Egipto pasando por India y Pakistán, a la 
persecución se añade la violencia sexual contra las mujeres, en poco caso chicas 
adolescentes: una señal muy grave de misoginia, pero dado el nexo que existe entre mujer 
y evangelización, ¿es una forma de afectar a la Iglesia desde dentro?

Es una forma de agredir a las comunidades cristianas. Hay un desprecio hacia las minorías 
y hacia las mujeres, no sólo las cristianas. Sólo hay que ver lo que sucede en Pakistán
 a las minorías hindúes. Es también una forma de hacer proselitismo demoliendo la 
identidad cristiana de esas comunidades. En muchos casos hay una ignorancia de fondo
 (en Pakistán por ejemplo hay una tasa de analfabetización del 60%, ndr) que permite explotar
 más fácilmente a las comunidades de los fieles. En marzo – por ejemplo – una riña entre dos 
cristianos se transformó en un linchamiento “gracias” a la intervención de un imán que clamó 
contra el pecado de blasfemia, lanzando a sus fieles contra la comunidad cristiana.

A menudo se emiten fatwas, en Siria se ha justificado y promovido la violación contra las 
mujeres tanto cristianas como alauitas, declarándolo lícito, así como la violación en grupo.
 En Egipto hay un aumento de raptos para conversiones forzadas: 500 jóvenes cristianas coptas
 han sufrido este trato. Así como un aumento de la discriminación y de las acusaciones de
 blasfemia. Una novedad en este país, al menos hasta la llegada de Morsi. Los cristianos 
apoyan al ejército en Egipto: prefieren una dictadura política antes que una religiosa, después
 de Morsi muchos coptos han abandonado el país. Para las chicas es difícil escapar a estos
 grupos que las raptan, las familias lo saben pero no logran librarse a causa de la presión
 psicológica de los raptores y de las leyes poco claras. En Pakistán son unas 700 las jóvenes
 que cada año son violadas por sus jefes en el trabajo, y luego las chantajean amenazándolas 
con acusarlas de “blasfemia” o de haber tenido sexo fuera del matrimonio (pecado que a
 menudo se castiga con la lapidación, ndr).

Por ejemplo, hay una religiosa – a la que nosotros damos apoyo – que trabaja con las 
mujeres violadas en Pakistán, que intenta ayudarlas a reconstruir su vida y superar el estigma
 social de la violación. Estas chicas a menudo se resignan, porque han crecido con la
 conciencia de no ser dignas de consideración, sea como cristianas, sea como mujeres.
 Son niñas, y la religiosa me contaba que si les pregunta “¿qué pensáis, chicas?” responden 
“nosotras no debemos pensar”.

Lo que a menudo estas mujeres piden es que su historia sea conocida, especialmente
 por otros cristianos porque quieren sentirse parte de la Iglesia universal, quieren 
saber que hay alguien que reza por ellos. Antes incluso del apoyo económico, 
preguntan, quieren saber, si hay alguien allí fuera que las quiere, porque a menudo
 sólo conocen la situación de la persecución y el ser ciudadanas de serie B, privadas de
 derechos.

No hay comentarios: