“Quisiera recordar que la historia de la Iglesia, la verdadera historia de la Iglesia, es la historia de los santos y de los mártires: los mártires perseguidos, tantos asesinados por aquellos que creían que daban gloria a Dios, por aquellos que creían tener 'la verdad'. De corazón corrompido, pero 'la verdad'”, dijo el Papa.
“En estos días, ¡cuántos Esteban existen en el mundo! Pensemos en nuestros hermanos decapitados en la playa de Libia; pensemos en aquél muchacho quemado vivo por sus compañeros porque era cristiano (en Pakistán); pensemos en aquellos emigrantes que en alta mar fueron arrojados por la borda por los otros porque eran cristianos; pensemos en los etíopes, asesinados porque eran cristianos... y en tantos otros. Y muchos otros que no sabemos, que sufren en las cárceles porque son cristianos... Hoy la Iglesia es la Iglesia de los mártires: ellos sufren, ellos dan la vida y nosotros recibimos la bendición de Dios por su testimonio”.
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Para terminar, Francisco pidió unirse a Jesús en la Eucaristía “y unámonos a tantos hermanos y hermanas que sufren el martirio de la persecución, de la calumnia y del asesinato por ser fieles al único pan que sacia, es decir, a Jesús”.
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