La República Islámica de Irán y Arabia Saudita
están a la vanguardia del islamismo, son la cabeza del yihadismo, el país de los
mulás y ayatolás emplea el terrorismo de Hisbulá y Hamás, entre otros para
fustigar a Israel, y avanza en su carrera armamentística nuclear con el objeto
declarado de destruir Israel, “el cáncer maligno que deber ser destruido”.
Arabia Saudita emplea los recursos de sus petrodólares en financiar los grupos
islamoterroristas que están empeñados en practicar limpieza religiosa en
Nigeria, y en tantos otros países, y financiar los imanes y clérigos musulmanes
que imparten sus doctrinas yihadistas anti cristianas y anti judías por todas
las mezquitas del orbe.
El camorrista régimen chiíta enarbola pendencieramente la
bandera de la
Espada del Islam con el objetivo confeso de destruir Israel y
atraer a las masas musulmanas que quieren una acción inmediata contra el estado
judío.
Arabia Saudita emplea, a parte de financiar el
islamoterrorismo, una táctica expansionista ideológica entre las masas
musulmanas para que retornen al salafismo, con miras de ampliar la base de
sustentación del Yihad, para un asalto victorioso a medio y largo plazo del
mundo al que consideran infiel.
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