Las comunidades cristianas presentes en Siria están trabajando juntas para abogar por la liberación de los dos obispos de Aleppo secuestrados – el metropolitano Sirio- Ortodoxo Mar Gregorios Yohanna Ibrahim y el griego-ortodoxo Boulos al-Yazigi - a través de vigilias de oración, celebraciones litúrgicas, manifestaciones y sentadas, mientras que en el país desgarrado por la guerra civil, para las Iglesias Orientales comienzan los ritos de la Semana Santa.
La Iglesia siro-ortodoxa, con un mensaje emitido por el Patriarcado con sede en Damasco, ha llamado a todos sus hijos a vivir el tiempo de la Pascua con un fuerte espíritu de oración y penitencia, sugiriendo dejar de lado los aspectos festivos que tradicionalmente acompañan la liturgia del domingo de Ramos, celebrada ayer, 28 de abril. En el comunicado, el Patriarcado siro-ortodoxo también ha confirmado con pesar que, dado el momento de tristeza y temor compartido por todos, este año será menor o incluso se cancelaran las recepciones tradicionales de los obispos y sacerdotes que acogen las visitas de Cortesía realizadas por los representantes islámicos, con motivo de las fiestas cristianas.
Los jefes de las iglesias cristianas presentes en Damasco convocaron una vigilia de oración que se ha celebrado la tarde del domingo, 28 de mayo en la iglesia greco-ortodoxa de la Santa Cruz, en el distrito de Kassa'a, para invocar la liberación de los eclesiásticos secuestrados. También en Aleppo, en la tarde del sábado 27 de abril, se llevó a cabo una vigilia de oración en la catedral greco-ortodoxa: “La iglesia estaba llena. Fue una oración sencilla y vivida con gran dignidad.
Ahora es el momento de la espera” declara a Fides el obispo caldeo de Aleppo Antoine Audo SJ, quien asistió al momento de oración, junto con Jean-Clément Jeanbart, Arzobispo Metropolitano de Aleppo de los greco-melquitas y con quince sacerdotes católicos. “Se vive una tristeza generalizada”, ha dicho Mons. Audo, “nadie quiere crear ambiente de celebración. Para todos los cristianos, el secuestro de los dos obispos y de los dos sacerdotes secuestrados en febrero representa un hecho enorme, que interroga a todos”.
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